Una gran acogida ciudadana marca el balance exitoso de la Bienal

La tercera Bienal de Pensamiento ha llegado a su fin y lo ha hecho exhibiendo un gran poder de convocatoria. La de 2022 ha sido la Bienal del retorno absoluto a la vivencia presencial después de una edición de 2020 condicionada por las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia. También ha sido la Bienal de la alianza con Palma y Valencia, dos ciudades con las que Barcelona ha compartido una edición conjunta que ha puesto de manifiesto los lazos que articulan un espacio cultural compartido.

De la Plaza Joan Coromines a las plazas de Gràcia, pasando por -entre otras- la Plaza Real, el CCCB, el Canòdrom o la antigua sede de la editorial Gustau Gili. Un puñado de escenarios diseminados por varios puntos de la ciudad han acogido sesiones que han atraído el interés de la ciudadanía en un intercambio de ideas bien fecundo en torno a grandes debates contemporáneos: las problemáticas de los sistemas democráticos actuales, los múltiples retos y perspectivas que intervienen en la construcción de las ciudades y el análisis crítico del incesante cambio tecnológico que modela nuestras vidas han sido tres líneas argumentales que, a grandes rasgos , pueden resumir la programación que este año hemos disfrutado. Todo ello, punteado por diversos lenguajes artísticos que han manifestado de nuevo la capacidad que atesora la creación cultural de poner sobre la mesa discursos más o menos disruptivos.

Aterrizándolo a cifras, más de 20.000 personas han asistido a alguna de las cerca de setenta actividades del programa oficial, a las que habría que sumar las que han participado en la treintena larga de actividades de la +Biennal, las organizadas por numerosas entidades culturales de la ciudad. Una acogida ciudadana que confirma la absoluta consolidación de un modelo de evento y que empuja a ponerse a soñar y plantear la próxima edición.